“No existen dos enfermedades idénticas, cada persona tiene por lo menos una característica peculiar e inexistente en las demás. Las enfermedades son tan diferentes como las personas.” Paul Cutler

Hoy vamos a describir las alteraciones a nivel físico y funcional que sufren las personas que padecen demencia, centrándonos en este caso en la enfermedad de Alzheimer, y en nuestro siguiente post os contaremos cuales son las actuaciones que se pueden llevar a cabo desde la fisioterapia para abordar estos síntomas en cada una de las fases de la enfermedad y mejorar la calidad de vida de estas personas. Esperamos que os sirva nuestra experiencia.

Las demencias no son propiamente una patología del aparato locomotor, pero la fisioterapia no beneficia solamente a éste, sino que también es de utilidad para ralentizar el deterioro cognitivo. alzEn la primera fase o fase leve, que suele durar entre dos y cuatro años, no suelen manifestarse alteraciones físicas, pueden llevar una vida relativamente normal, pero comienzan a tener problemas de orientación y por tanto, dificultades para salir solos a la calle, disminuyendo su actividad física y relaciones sociales. Uno de los síntomas que caracteriza a la enfermedad de Alzheimer es la apatía y la tendencia al sedentarismo que favorece el inmovilismo y puede acelerar el deterioro físico. En algunas ocasiones, en esta fase comienzan las alteraciones en el control postural y en el patrón de marcha, como pueden ser la disminución o ausencia del braceo, leve rigidez, paso ralentizado, etc.

En la segunda fase o fase moderada, que tiene una duración aproximada de entre tres y cinco años, el lenguaje se empobrece y es menos fluido, se deteriora la capacidad de juicio y el pensamiento abstracto, no comprendiendo algunas órdenes sencillas de movimiento. Empiezan a necesitar más o menos ayuda para realizar algunas actividades de la vida diaria (alimentación, vestido, aseo…), y comienzan a aparecer alteraciones físicas como: Atrofia y debilidad muscular. Rigidez articular con disminución de la movilidad. Alteraciones del equilibrio y la coordinación. Alteraciones de la marcha: ritmo lento, pasos cortos con arrastre de pies, discontinuidad en el paso, disminución o ausencia de braceo, balanceo marcado de tronco, inestabilidad y falta de equilibrio, y aumento de la base de sustentación. Alteraciones del control postural: lateralizaciones, flexión o extensión del tronco y flexión de cabeza y cuello.

Dolor al inicio del movimiento y fatiga al esfuerzo. La pérdida de independencia al necesitar supervisión o ayuda en la deambulación y transferencias y el miedo a las caídas, aumenta la apatía y por tanto la inmovilidad, disminuyendo la iniciativa para caminar, y favoreciendo la aparición de otros problemas como las úlceras por presión En la tercera fase o fase severa, cuya duración es variable, se agudizan los signos neurológicos, observándose mayor rigidez, hiperreflexia y espasticidad, también pueden aparecer reflejos arcaicos y signos piramidales. El trastorno de la marcha provoca que las fracturas y caídas sean frecuentes, el control motor se vuelve inestable y aparece agitación motora.

Son característicos en esta fase, la pérdida del control de tronco, que provoca inclinaciones y deslizamientos en sedestación, y la alteración grave del equilibrio y la marcha, aumenta la rigidez articular, aparecen deformidades y acortamientos debido al mantenimiento de la postura en flexión, hay mayor fatiga al esfuerzo y dolor al inicio de los movimientos y pueden ir asociados problemas circulatorios.

Todo esto se traduce en una mayor pérdida de independencia, precisando gran ayuda para deambular y realizar las transferencias, así como para la mayor parte de las actividades de la vida diaria; ocasionalmente pueden necesitar el uso de medidas de contención para un mejor manejo postural o prevención de caídas.

Destacar, que no todos los pacientes llegan a esta fase, los cuidados recibidos, la estimulación proporcionada, el tipo de demencia, la evolución de la enfermedad, la edad del paciente, las patologías presentes en la persona, la reserva cognitiva, etc., marcarán la diferencia dentro incluso de la misma fase, por lo que no todos ellos terminan padeciendo un síndrome de inmovilidad severo.

Fuente: http://www.alzheimeruniversal.eu/2013/08/06/alteraciones-fisicas-y-funcionales-en-la-enfermedad-de-alzheimer-muy-interesante/

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