Estadísticas científicas predicen que en 2050 unos 114 millones de personas padecerán algún tipo de demencia, como el Alzheimer.
Para prevenir las enfermedades neurodegenerativas una científica y un cocinero han aunado sus conocimientos en “Cocina para tu mente”. En este libro, editado por Blume, la bioquímica Perla Kaliman y el cocinero Miguel Aguilar, ambos expertos en nutrición, explican los beneficios de incorporar a la dieta diaria los denominados alimentos inteligentes, con propiedades neuroprotectoras, y ofrecen recetas que los incluyen. “Ayudarán a prevenir, retrasar, mejorar e incluso revertir, en función de la genética de cada uno, enfermedades neurodegenerativas”, explica en una entrevista con Efe Kaliman, ya que “el cerebro depende totalmente en su estructura y funcionamiento de los nutrientes”. “Es igual que un coche: te puedes comprar el más caro y con todos los extras, pero sin gasolina no funciona.
Puedes hacer entrenamiento mental, aprender idiomas para mejorar la memoria, pero sin los nutrientes adecuados el cerebro no funcionará en todo su potencial y tarde o temprano fallará”, ejemplifica la científica. Esa “gasolina” puede venir en forma de arándanos, que los autores definen como “frutos estrella” para el cerebro, al que ayudan en el aprendizaje y la memoria, al igual que el boniato y la patata púrpura.
Las crucíferas -coles, brócoli, coliflor y nabo, entre otras- pueden reducir un edema intracerebral y tienen una potente actividad antitumoral, y aconsejan tomar a diario una cucharadita de cúrcuma por su potencial neuroprotector.
Granada, jengibre, remolacha, soja y sus derivados, té verde y uvas (especialmente negras) también ayudarán al cerebro, al igual que el chocolate negro amargo, con entre un 70 y un 80 % de cacao, por sus propiedades neuroprotectoras y antidepresivas. Las moléculas con mayor capacidad de protección del cerebro provienen principalmente del reino vegetal, y los autores recomiendan consumir vegetales de agricultura ecológica, ya que “muchas sustancias bioactivas se concentran en sus pieles, donde suelen acumularse los productos químicos y pesticidas que se usan en la agricultura convencional”. En el caso de la soja y sus derivados proponen recurrir a los no manipulados genéticamente, ya que sobre los transgénicos, que abundan en el mercado, “se han documentado sus efectos perjudiciales, especialmente sobre las funciones renales y hepáticas”.
El cocinero Miguel Aguilar se ha encargado de crear recetas para facilitar la ingesta de estos nutrientes a diario, como el chupito de remolacha y granada, alcachofas rellenas de “bulgur” en vinagreta de cítricos, potaje de invierno, ajoblanco de pistacho y “brownie” de arándanos, entre otras. Aunque nunca es tarde para proteger la salud cerebral, lo mejor es comenzar a cuidarla en la gestación. “Estudios en hijos de embarazadas durante el ‘invierno de hambruna’ en Holanda (1944-1945) y la hambruna en China de 1959 a 1961 demuestran que la falta de alimentación durante la etapa prenatal se relaciona con la incidencia de esquizofrenia en la edad adulta”, recuerda Kaliman. Para proseguir en la infancia, Aguilar ha testado sus recetas con niños y “les gustan”, porque “se trata de incorporar estos ingredientes con sentido común a la dieta cotidiana”. Todos ellos, añade, “se pueden encontrar en el súper del barrio”. Y mejor recurrir a estos alimentos inteligentes que a los suplementos alimenticios “que no dejan de ser farmacología”, apunta la experta en bioquímica, ya que, “si un alimento es saludable, no es solo por un nutriente”.
En general, los recogidos en “Cocina para tu mente” tienen efectos beneficiosos para otros órganos y sistemas del cuerpo, además del cerebro. Los autores también previenen sobre aquellos perjudiciales, como el glutamato monosódico, un aditivo utilizado en la industria alimentaria para realzar sabores y que en exceso destruye neuronas; los ácidos grasos saturados, que aumentan el riesgo de desarrollar Alzheimer, y los ácidos grasos trans, presentes en algunos productos elaborados y asociados a enfermedades neurodegenerativas. Con esta “guía de alimentación”, los autores pretenden divulgar “una especie de medicina preventiva” donde la alacena sustituye al botiquín.