Debido a la mayor esperanza de vida y consecuente envejecimiento de la población, la demencia y desórdenes cognitivos están alcanzando proporciones epidémicas. En los países occidentales, las formas más comunes de demencia son la enfermedad de Alzheimer y la demencia vascular. Ante esta realidad se está investigando activamente para detener e identificar precozmente el riesgo de desarrollar demencia. Dos artículos publicados en abril y uno en enero de 2013, presentan resultados interesantes en este sentido.

Un estudio del Instituto Nacional Francés de Salud e Investigación Médica, publicado en Neurology, encontró que una herramienta de evaluación de riesgo para la enfermedad cardíaca puede predecir mejor la pérdida de memoria que una evaluación de riesgo de demencia. El hallazgo establece una relación entre los problemas del corazón -alto colesterol y alta presión arterial- y el deterioro cognitivo.

En el estudio participaron cerca de 7.800 hombres y mujeres con edad promedio de 55,6 años. A cada participante se le calculó al inicio del estudio, su riesgo de enfermedad coronaria, de accidente cerebrovascular (ACV) y de demencia.

Después de haber realizado estas evaluaciones de riesgo, a los participantes se les aplicaron pruebas cognitivas para razonamiento, memoria, fluencia verbal, vocabulario y cognición global, las cuales fueron evaluadas 3 veces a lo largo de 10 años.

Los investigadores compararon 2 herramientas de enfermedad vascular basadas en el Índice Framinghampara Riesgo Cardiovascular (General, y para ACV) y el Índice de Factores de Riesgo, Cardiovascular, Envejecimiento y Demencia (CAIDE), herramienta que puede predecir la probabilidad de que una persona de mediana edad desarrolle demencia en 20 años.

Los dos índices de Framinghan empleados, incluyen edad, presión sistólica, tratamiento para hipertensión, tabaquismo, y diabetes, con género, colesterol HDL, y colesterol total para el índice General, y fibrilación atrial, hipertrofia ventricular izquierda y 5 categorías de presión sistólica para el índice de ACV.

Los dos índices de Framingham se asociaron con el deterioro en todas las pruebas cognitivas, excepto memoria, mientras que el riesgo de demencia no se asoció con el deterioro de la memoria y de las habilidades verbales.

La conclusión es que si bien ambos tipos de pruebas predicen el deterioro cognitivo que se inicia en la mediana edad, los índices cardiovasculares parecen ser más ventajosos que el índice de demencia, para ser usado en la prevención, apuntando a los factores de riesgo modificables que son empleados por muchos médicos, y empiezan a ser muy conocidos por una sociedad que desea informarse para gestionar su propia salud.

Esto enfatiza la importancia que tienen los factores de riesgo para la EC tales como alto colesterol y alta presión arterial, no sólo para aumentar el riesgo de enfermedades del corazón y ACV, sino también el impacto negativo que tienen en las habilidades cognitivas.

Otro estudio sobre el tema, se realizó en la Cínica Mayo y se publicó en JAMA Neurology de enero de 2013. Se realizó con 2700 personas, y se encontró que aquellas que sufrían enfermedades del corazón, especialmente mujeres, tenían casi el doble de probabilidad de desarrollar deterioro cognitivo leve no-amnésico (DCLnA), que no incluye la pérdida de memoria, pero afecta el lenguaje, el pensamiento y el juicio.

El DCLnA describe problemas mentales más graves que la pérdida normal de memoria asociada con la edad, que no es aún demencia. Adicionalmente, el DCLnA se considera un precursor de la demencia vascular (resultante de micro ACV), y otras demencias no-Alzheimer.

El los participantes se investigaron varios tipos de enfermedades cardíaca, que incluían la fibrilación atrial, enfermedades de las arteras coronarias (arterioesclerosis por ejemplo), e insuficiencia cardíaca.

Se encontró que la EC es un factor de riesgo independiente para el DCLn, y la asociación con mujeres fue más fuerte.

Como resultado, los autores concluyen que la prevención y el manejo de la EC y de los factores de riesgo vascular pueden reducir el riesgo de DCLnA.

Las personas que tienen EC pueden tener enfermedad vascular en otras partes del cuerpo como el cerebro. Entonces, pudiera ser que la EC causa la enfermedad cerebral, o que las dos vayan juntas De acuerdo a los autores, sus resultados no significan que todo aquel que sufra de enfermedad cardíaca deber examinarse por función cognitiva, sólo asegurarse de detener la progresión de la EC.

Para aquellas personas que no tengan EC hay que enfatizar en la prevención. Ante la gran cantidad de enfermedades que comparten los mismos factores de riesgo, se debe dar entonces mucha importancia a los estilos de vida saludables, con una alimentación adecuada y actividad física, que reducen el riesgo de obesidad e hipertensión.

Dada la fuerte evidencia que establece una conexión entre una métrica saludable para el corazón, (tales como colesterol y presión arterial) y una mente saludable, los cambios en los estilo de vida son una estrategia potencialmente viable para prevenir o desacelerar la demencia y la pérdida de la función cognitiva.

El 1 de abril de 2013 se publicó en Jama Internal Medicine los resultados del efecto combinado de actividad física (AF) y actividad mental (AM) en las funciones cognitivas de 126 adultos mayores inactivos, con problemas autoreportados de pensamiento y memoria, y cuyas habilidades en estas áreas mejoraron después de habérseles asignado actividades diarias en las cuales ocupar su mente y su cuerpo.

Por ejemplo, aprender unas cuantas palabras extras en un idioma extranjero y caminar varias veces a la semana, permite obtener buenos resultados en unos pocos meses.

Por 12 semanas, todos los participantes completaron una actividad mental en el hogar (1 hora diaria/3días a la semana) que involucraba trabajo intenso en computadora y DVD educacionales, y una clase de AF (1hora diaria/3días a la semana) de ejercicio aeróbico, estiramiento y tonificación.

Las puntuaciones cognitivas de los participantes mejoraron durante el periodo de estudio de AM+AF. La conclusión es que las intervenciones combinadas tienen efectos más globales e importantes que AF o AM, por sí solas.

Fuente: miradorsalud.com

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